La primera vez que leí sobre Vanesa Álvarez fue en un artículo en La Voz de Galicia, que una amiga en común compartía orgullosa. Fue durante el confinamiento, cuando Vanesa estaba en ese estado de espera de su bebé, en NY. Vanesa es artista visual, diseñadora, muralista y madre desde hace siete meses.

 

De todos los inspiradores proyectos en los que ha trabajado (entre ellos murales reivindicando el papel de la mujer en la sociedad, en las letras y el arte) me gustaría destacar el último mural que pintó en Brooklyn en 2019, «We will hug again». Vanesa cuenta cómo este proyecto fue el que la reconectó con la Artista después del nacimiento de su bebé, León, y cuenta cómo lo pintó parando para darle de mamar y teniéndole cerca en el carrito mientras transformaba la pared.

 

¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Cómo es después?

 

Mi trabajo artístico siempre ha tenido un ritmo frenético, o eso creía antes de ser madre ¡Porque ahora sí que lo tiene!

 

Con esto me refiero a que todos los artistas, pero más todavía las mujeres, sentimos el peso de no perder una oportunidad, y esto nos hace llegar a cargar con un volumen de trabajo brutal. Antes de tener a mi hijo León, creía que ese ritmo era exigente, pero me doy cuenta de que ahora sí lo es.

 

Creía que hacía muchas cosas porque estaba diseñando, alquilando un elevador, organizando un evento, preparando una exposición e ilustrando un libro a la vez. Ahora hay que sumarle dar el pecho, el BLW, dormir poco, pasear con el cachorro… ¡Y no olvidar disfrutar cada momento! Es agotador.

 

 

¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?

 

Voy a empezar por lo malo, siempre me gusta dejar lo bueno para el final.

 

Lo peor es no tener tiempo para una misma. Sentir que tienes un montón de ideas apuntadas en papeles desordenados a lo largo de toda la casa, y que no vas a tener tiempo para materializarlas. Darte cuenta de que nos han pintado la maternidad, la lactancia y el posparto de color de rosa, y que sí, es muy gratificante, pero muy duro.

 

Tengo la gran suerte de trabajar para muchas mujeres y de vivir en una ciudad como Nueva York. Soy una privilegiada y estoy muy agradecida, porque estos dos factores me han permitido seguir en activo. Aún así, como artista y mujer, desde que soy madre me he sentido infantilizada y echada a un lado. Y esto es increíble porque jamás me he sentido más poderosa pero, misteriosamente, cuando te conviertes en madre, la gente se empeña en tomar decisiones por ti. No encargarte un proyecto, no invitarte a participar en una exposición o pedirle presupuesto a otro diseñador. Deciden por ti que no tienes tiempo, que ya no te apetece, o que ahora estás centrada en ser madre, sin darse cuenta de que ser artista es tu profesión y, si deciden no contar contigo, te están dejando sin tu medio de vida.

 

Lo mejor es ese poder que he mencionado antes. Sentir la vida y experimentar ese amor tan puro y loco. Ver a tu hijo crecer y sonreír cada día. Ver el mundo a través de sus ojos, descubriendo nuevos tonos, nuevas formas, nuevos sabores. Lo mejor es que todo es nuevo.

 

Siempre tuve mucho instinto y admito que soy feliz siendo madre. Mi hijo es mi mejor creación. Mi obra maestra.

 

 

¿Cuál es la huella de tus hijos en tu trabajo?

 

 Intento más que nunca dejar una huella en lo social, no solo en lo estético. Ya antes mi trabajo tenía un marcado camino feminista y de defensa de la justicia social, pero ahora, más que nunca, aprovecho la mínima posibilidad para añadir estos mensajes a mi obra, luchando por un mundo mejor.

 

En la parte técnica, estoy intentando disfrutar y experimentar. Jugar aún más, aprovechando esos momentos de estudio y pintura para divertirme.

 

Diría que mi obra está evolucionando hacia algo más fresco y menos encorsetado.

 

También me noto más libre en la toma de decisiones. Al añadir otra gran prioridad a mi vida, me estoy permitiendo decir no, en ocasiones aplazar entregas, ser menos estricta de lo que era antes conmigo misma. Si no, sería imposible y muy frustrante continuar creando. Así que estoy aprendiendo a gestionar muchos aspectos de mi vida profesional de otra manera.

 

Y me apetece más que nunca trabajar con y para niños.